viernes, 15 de junio de 2018

Víctor Díez, "Todo lo zurdo" - LIBRO DEL MES


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Título: Todo lo zurdo    Autor: Víctor Díez
Editorial: Varasek Ediciones    Año: 2016
Valoración: 4 / 5


“Como una baraja mezcla la
memoria. Cortas tú.”

Víctor Díez, “Grieta Cruz Roja”—


Siempre es difícil hablar de un libro de poesía sin que la reseña acabe siendo más poética que lo reseñado y, por tanto, difícilmente inteligible y completamente inútil. Esto es así porque, como afirma la poeta Juana Corsina, cada poema contiene toda una novela. En consecuencia, se hace complicado escribir algo al mismo tiempo informativo, riguroso, entretenido y medianamente breve cuando tenemos ante nosotros una obra con más de cuatro docenas de poemas, valga decir, de cuatro docenas de novelas.

Los intereses del poeta leonés Víctor Díez no se circunscriben sólo a la escritura —con más de media docena de libros a sus espaldas—, sino que se presenta también como agitador cultural, actor, performer, miembro del cuarteto SIN RED y colaborador con músicos improvisadores. Y, añado yo, si es que no quedaba incluido en lo ya dicho, excelente declamador. Todo lo cual da cuenta de la mirada desde múltiples perspectivas que vamos a encontrar también en lo que escribe.

En Todo lo zurdo, Díez nos pone ya sobre aviso desde el propio título del carácter “siniestro” del poemario, es decir, del interés por mostrar el reverso de las cosas, lo que queda a desmano pero está ahí, asumir que “todo instante es moribundo” y adoptar esa moribundia también como materia poética valiosísima a la hora de completar un retrato fiel de la realidad fragmentaria y hacerla más fidedigna y comprensible.

La obra se estructura en seis partes autónomas pero relacionadas por la premisa del título. Más exactamente, consta de cinco partes propiamente poéticas —la última incluye algunas prosas—, con una cuarta insertada en el centro, “Del diario imaginario de Denardo Coleman”, consistente en un texto en prosa relativamente extenso donde el hijo de compositor/músico de free jazz —la elección ya dice mucho por sí misma— habla de su padre, pero que en realidad constituye una auténtica arte poética que informa y justifica precisamente el intento artístico de Díez en Todo lo zurdo, con un énfasis particular en el carácter trascendente de los detalles nimios en apariencia en los que sólo el artista parece reparar —“Ya no llueve sobre cualquiera”, dice en la quinta parte, “Poemavudú”— y que, sin embargo, como la última gota, como el último gramo, tienen poder bastante para desbordar la taza o inclinar el fiel de la balanza, dicho de otro modo, para modificar la realidad de forma sustancial e incluso catastrófica.

En unos casos por el fondo, en otros a través de la desarticulación sintáctica —y a pesar de ello, o mejor dicho, por esa misma causa, exigentes con el lector para su comprensión—, Todo lo zurdo se convierte en un inventario de desorientaciones hondamente humanas donde el autor se presenta como “poeta soldador” que procura “meter la mano en el avispero de las palabras”, que observa entre las grietas —como denomina alguna de las prosas aquí recogidas— de la memoria, entre “las rendijas   los huecos   los vacíos   las junturas” con “la angustia de no encontrar” aquello que busca o, lo que es peor, de no lograr expresarlo, de tropezarse con “la lengua hinchada que no deja pronunciar / el sentido”. Que esgrime

“La mano que amenaza con abrirte la nuez
para que salga, para que caiga
lo indecible.”

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