En 1942, desde el exilio, el poeta español Luis Cernuda
publicó por primera vez una colección de prosa poética titulada Ocnos, como el personaje mitológico
representación de las tareas ingratas repetidas estérilmente hasta la
extenuación.
Leí a Cernuda por primera vez con quince años. Como no podía
ser de otra manera, sigo sintiendo una enorme afinidad con este poeta cuyo
concepto de la oposición frontal entre realidad y deseo ha sido, creo, esencial
en el desarrollo de mi propia actividad literaria.
Los poemas en prosa de Ocnos
son la expresión, raramente florida, siempre sincera a pesar del ocasional
adorno, de la insatisfacción más íntima de quien siempre tuvo que enfrentarse a
un medio hostil y asfixiante que no albergaba sitio, no ya para su desarrollo
ni mucho menos para su disfrute, sino para su mera existencia pacífica; así
como la incapacidad para comprender, y mucho menos aceptar, semejante
situación. Ni siquiera el ocasional resplandor de la naturaleza logra
desempañar la grisalla que apelmaza el espíritu y encoge el alma.
Un libro exquisito en el sentido menos ordinario del término,
plagado de reflexiones pertinentes aun hoy. Una obra de una hondura humana y filosófica desgarradora, con una sutileza de
percepción infrecuente que atiende a una experiencia particular con la que cualquier
persona, homosexual o no, puede fácilmente sentirse identificada, pero
especialmente si lo es.
Un elemento interesante de destacar es que, aunque una buena
parte de la potencia poética del texto descansa sobre el problema de la
alienación, el propio texto en sí es una defensa, una negación de la citada alienación,
por cuanto lo normal, de ser esta exitosa, sería precisamente el silencio, la
no producción de obra alguna. Por tanto, la alienación, el sinsentido vital del
que aquí se habla, apunta más bien a una cuestión mucho más profunda y
acuciante, que es la de la posibilidad del desarrollo individual en sociedad,
la independencia del intelecto propio frente a la imposición externa; del
pensamiento crítico frente al fanatismo.
La alienación, así, de la que trata Cernuda, se revela más
como un sentimiento; como el intento, infructuoso pero dañino igualmente, de
doblegar su ser particular. Y esta misma visión parece ser extendida en términos
generales a la naturaleza consustancial
a la existencia humana misma, de donde se deriva necesariamente un sentimiento
de inadecuación entre lo querido y lo obtenido: la frustración, pues.
JJJLL
No hay comentarios:
Publicar un comentario