Autor: Peter Cameron Editorial: Libros del Asteroide Año: 2012
Valoración: ♥♥♥
“No
le respondí. Sabía que mi madre tenía razón,
pero
eso no cambiaba mi manera de ser.
La
gente siempre cree que demostrando tener razón
puede
hacerte cambiar tu manera de pensar”.
Peter Cameron, Algún día
este dolor te será útil
La
anterior cita da buena cuenta del carácter de James, el protagonista
de Algún día este dolor te será útil,
del estadounidense Peter Cameron; un muchacho de diecisiete años y
precoz inteligencia que afronta ese momento crucial del crecimiento
en que uno ha de decidir por sí mismo la persona que quiere ser y el
futuro que desea vivir. Y también las consecuencias que en tan
importante decisión pueden tener los hechos traumáticos más
insospechados, así como el
peso excesivo de los factores sociales frente a la libertad
individual.
Alabadísma
por la crítica y encuadrable
dentro de lo que ahora se llama young adult
—puesto que en la Literatura como en todo lo demás las cosas han
de tener su correspondiente etiqueta y constreñirse a ella so pena
de causar pasmo, desorientación y a saber cuántos males más—,
esta novela formal y
técnicamente simple contiene, sin
embargo, numerosas reflexiones de hondo calado sobre la soledad y el
aislamiento aún viviendo en medio de una de las urbes más
bulliciosas que existen o han existido, Nueva York; sobre el
extrañamiento que con la maduración podemos llegar a sentir hacia
quienes nos rodean —las
dificultades de comunicación, en la sociedad y en el microcosmos de
esta que es la familia, serán un tema central a lo largo de todo el
libro—; y, sobre todo, y
más que ninguna otra cosa, sobre la
construcción de la propia identidad ante lo que uno percibe como
falta de referentes válidos, cuestión de especial complejidad en el
contexto de un momento histórico donde los adolescentes se ven
constantemente martilleados por la más profusa variedad de estímulos
y reclamos.
La
acción transcurre durante el año 2003, en verano en su mayor parte,
con varias analepsis que
permiten ahondar en los antecedentes del personaje. Hay cabida,
dentro de la sencillez de la narración, para cierto estilo
chispeante e ingenioso, aunque sin hacer grandes despliegues, lo que
le va muy bien al retrato de la psique del personaje principal y
narrador, puesto que a la par que una historia sobre el aislamiento,
Algún día este dolor te será útil
es también un retrato del empecinamiento juvenil.
James
está atascado. Triste.
Mohíno. Y, quizás lo más peligroso de todo, aburrido:
“Es increíble la
lentitud con la que pasa el tiempo cuando estás abatido”,
dirá.
Pero como toda la gente inteligente, no ignora su estado, aunque
pretenda disfrazarlo de indiferencia o incluso superioridad lograda a
base de retorcer un lenguaje que domina mejor que quienes le rodean.
“Tal vez ese sea el
motivo por el que ahora prefiera que me ignoren: me distorsionaron de
alguna manera irreversible. Pensé que la terapia es una manera
ineficaz de enderezar las maneras irreversibles en que nos han
distorsionado, como tratar inútilmente de desenredar una gran maraña
de nudos que es imposible desenredar.”
Ante
el panorama que se abre ante él, su único deseo es retraerse; su
gran
plan de vida consiste en recluirse en una casa en algún lugar remoto
y refugiarse en la lectura. Sin embargo, como
la madre de James le dirá a este, “Lo importante es que
te guste la vida”: es
imposible evitar la vida, esta ocurre lo queramos o no, y, en contra
de lo que muchos podrían pensar, la única elección que nos cabe es
aceptar o repudiar lo que nos ofrece. Así, varias experiencias —no
completamente involuntarias, según creo— pondrán al protagonista
frente al dilema de si debe o no comulgar con los planes que otros
parecen haber trazado para él.
Acompañado
de una galería de personajes que representan otros tantos
arquetipos, y que no logran escapar de los clichés, James tendrá
que plantearse que tal vez las cosas no son tan blancas o negras como
uno puede creerlo desde la superioridad moral de sus diecisiete años.
Lamentablemente,
la parte menos satisfactoria de la novela es, precisamente, la que
atañe a la evolución del personaje, que se queda un poco coja,
acelerándose en las últimas páginas de forma brusca e incluso
injustificada. Las dos preguntas finales, no obstante, resumen lo que
el autor pretende explicar a lo largo del libro —que no se pueden
tomar decisiones muy drásticas o a demasiado largo plazo, puesto que
la vida consiste en un perpetuo e inevitable cambiar—. Una novela
que se deja leer sin dificultades, pero que dará al lector, joven o
no tan joven, materia para la reflexión.
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