Autora: Míriam Ferradáns Editorial: Espiral Maior Año: 2017
Valoración: 5 / 5
“Aquí estarás a salvo”
—Míriam Ferradáns,
Nomes
de fume—
Acababa Espronceda su Canto
a Teresa con aquel lúgubre: “Que haya un cadáver más, ¿qué importa al
mundo?”. También sostiene Andrés Trapiello que el escritor escribe para salvar
del olvido aquello que es injusto que se pierda. Pues bien; en Nomes de fume (Nombres de humo), el debut
editorial de la multipremiada poeta Míriam Ferradáns, distinguido con el XXIX
Premio Pérez Parallé, se dispone a explicarnos por qué importa al mundo cada
muerte, y por qué hay que salvar del olvido los nombres de quienes ya no están
con nosotros.
Con una vocación unitaria y estilística ya puesta de relieve
por el jurado del premio, de tal manera que casi parece que estemos más ante un
extenso poema en varias partes que ante un número de piezas cohesionadas pero
independientes, Ferradáns (Bueu, Pontevedra, 1982) enhebra un poemario con
fuerte intención narrativa caracterizado por la sencillez formal o estructural,
e incluso léxica, en claro contraste con la contundencia semántica, que queda
potenciada precisamente por la ausencia de recursos estilísticos excesivamente
alambicados. La poeta escribe como en fogonazos o fotogramas, de modo que
compete al lector rellenar los huecos vacíos intermedios: ella más bien propone
la reflexión, pero no la completa, como forma de no guiarla a ninguna
conclusión concreta.
El recurso poético del que más echa mano la poeta es la
repetición, tanto léxica (de términos muy poderosos y sugerentes, como “arder”,
“lume”, “esganada”, “sangue”, etc.) cuanto de figuras y estructuras (“o amor é
salvaxe”, “aquí sempre estarás a salvo”, “adoramos esa claridade”, etc.), cuya
insistencia no sólo contribuye a intensificar el sentido unitario del libro,
sino que en cada reaparición cobran nuevo y más profundo significado.
Explica la autora que la premisa de la que parte este
proyecto es la pérdida, una muerte que se produce en una casa, y cómo se
afronta esa pérdida, qué consecuencias tiene tanto en el ámbito personal como
en el social. En particular, las ideas del olvido, el silencio, la
aniquilación, la incineración, son centrales en el libro, y planean
constantemente como una sombra oscura sobre una voz lírica vitalista que se
rebela y se aferra al recuerdo como única vía para gestionar el dolor, y que
encuentra en la afirmación de la corporalidad la forma de mantener vivo lo que
ya no está, simbolizado en el nombre, y ya anunciados, por tanto, estos
elementos en el propio título, Nomes de
fume, donde el contraste entre el nombre pronunciado que se resiste en la
desaparición, de un lado, y el humo, es decir, lo evanescente, lo resultante de
la aniquilación (pero, aún así, lo que deja un rastro, en el olor por ejemplo),
origina a modo de oxímoron una nueva realidad sorprendente por su fuerza vital,
incluso telúrica.
Un aspecto destacable en el libro es el entendimiento de la
familia y de la casa como un ámbito opresivo, de constricción, pero también
contradictoriamente de seguridad, de protección, lo que se hace extensivo a la
identidad que se obtiene de la pertenencia al grupo, a la tribu; de la fricción
de esos antagonismos con la actitud de la voz lírica nace una sensación
claustrofóbica que se sublima con la afirmación de la vida y del recuerdo; con
la defensa de la individualidad frente a los convencionalismos y la hipocresía.
Así, Nomes de fume contiene también
una reflexión sobre la naturaleza de las estructuras sociales heredadas de los
ancestros, con una revisión crítica de instituciones como la familia y del
significado de estas.
Es de celebrar, en fin, la aparición de esta nueva voz poética
llena de emotividad y visceralidad, sin renunciar por ello a la meditación
sobre la realidad más inmediata, ya que, después de todo, y en contra de lo que
podría pensarse, no otra es la misión de la poesía, sino hablar del mundo y de
la experiencia humana en él.
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Crec que va nàixer el 1992.
ResponderEliminarNo, nació en 1982 ;)
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