Tengo la costumbre de reutilizar el papel
impreso solo por una cara para tomar notas, imprimir otras cosas, etc. Pues
bien; en medio de una pila de papel viejo acaban de reaparecer, como por arte
de birlibirloque (no tengo ni idea de cuántos años pueden llevar ahí
escondidos), varios folios con hasta quince (micro)relatos cuya extensión
raramente excede un folio, más el comienzo de un decimosexto, los primeros que
escribí allá en mi adolescencia (falta alguno), ya va camino de veinte años ha.
Quedaron definitivamente descartados cuando publiqué Parecía tan normal… (otros
antes, incluso) y fueron subsiguientemente destruidos: que yo sepa, son las
únicas copias que existen. No los he leído, pero por lo que he ojeado así por
encima, son todos malísimos (bueno, a lo mejor alguna línea se puede salvar
aquí y allá), aunque creo que los conservaré, como recuerdo: me ha hecho gracia
encontrarlos y constatar que, con los años, algo he mejorado; no mucho,
seguramente, pero, ¿qué se le va a hacer? ¡Son cosas que nos pasan a los
escritores!
¡que suerte!
ResponderEliminarojalá yo pudiera recuperar muchas de las cosas que escribí y rompí.
biquiños,
Sí, en el momento de acabarlos pueden resultar enojosos, porque no se parecen a lo que habías pensado. Pero, con el tiempo, les guardas ciertos afecto, como reflejos que son de quien eras al escribirlos ...
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