A razón de dos discos por CD, y
sin otro acompañamiento que las pistas y duraciones al dorso y un libretillo
que se limita a dar los créditos sin ninguna otra nota o comentario, presenta
esta caja azulada ni más ni menos que lo que anuncia: un total de veinte
álbumes ya clásicos del género, procedentes de los catálogos de Prestige y
Columbia, la práctica totalidad de los registrados en el período 1950 – 1958, que da cuenta de los inicios y
evolución del trompetista. No soy ni mucho menos tan experto en jazz como para
juzgar si esta fue o no su mejor etapa, o si Davis es mejor que tal o cual de
sus colegas, o si su técnica es más o menos depurada. Diré tan solo, por tanto,
que se trata de una música apabullante, de sensibilidad exquisita, con
predominio de las piezas lentas, que es imposible que no guste. Aparte del
precio de escándalo y, obviamente, la música en sí, lo más notable es el sonido
genialmente preservado (según anuncia la caja, se trata de una remasterización
digital).
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