Si ha llegado hasta aquí doy por
sentado que no hace falta convencerle de las bondades de Bach tocado en piano
(aquí, unos Yamaha Grand CF III y C7). A diferencia de lo que ocurre con la
música para clavicémbalo de otros compositores, siempre me ha parecido que la
del alemán se adapta inusualmente bien a los instrumentos modernos, que ofrecen
una perspectiva de la misma muy diversa a la que puede extraerse de un
instrumento con las virtudes y defectos del clavicémbalo, en el cual estoy
acostumbrado a escucharlo. Por lo cual esta ha sido una muy grata sorpresa.
La presente caja ha cosechado una
plétora unánime de alabanzas, por varios motivos: aunque su precio imbatible no
es un factor desdeñable, lo más importante es la calidad excepcional y uniforme
del conjunto (que es de suponer sorprende precisamente por lo barato). La
génesis de este set es, además, un tanto peregrina, ya que asombra que el
pianista holandés Ivo Janssen se viese obligado a fundar su propia discográfica
para sacar adelante un proyecto en el que tenía interés personal, ante la
pasividad de los sellos tradicionales, que probablemente pensaron, no sin
razón, que ya había suficientes registros de Bach en el mercado. Perdieron, con
ello, la oportunidad de añadir a su catálogo un ítem valiosísimo. Pero, ya se
sabe: con cada decisión, unas veces se gana, y otras se pierde. Y lo que, en
este caso, perdieron las discográficas, lo ganó Janssen, que puede estar bien
orgulloso del resultado.
Grabado entre 1997 y 2006, el
holandés presenta a un Bach en el que destacan sobre todo la espontaneidad, la
naturalidad, la fluidez, la luminosidad. Tempi
excelentes, gusto en el legato y los matices. Son versiones ascéticas, sin
apenas ornamento, aunque allí donde está presente se adapta a la pieza como un
guante por su melodiosidad y
discreción. Lo que más me ha gustado, quizá, es la ausencia total de los
histrionismos tan comunes hoy en la música barroca. Puede decirse, en este
sentido, que lo que aquí se oye es Bach, y sólo Bach. Como ocurre siempre en
este tipo de colecciones, cada cual tendrá el santo de su devoción para cada
obra particular. Sin embargo, el hecho de que los grandes popes de este
repertorio hayan dejado de lado habitualmente las obras consideradas “menores”,
muy bien podría convertir a esta, por su excelencia y completitud, en LA integral de referencia, sin apenas
competencia en su campo (exceptuada la de Angela Hewitt en Hyperion, que
desconozco). El sonido, excelente, es equilibrado y cálido, sin eco ni
reverberación, pero amplio. Dentro de su sencillez rojiblanca externa, la
edición brinda colores diversos a cada disco, con carátulas distintas entre
ellos (excepto en los que van por parejas, donde la comparten); pero comete un
grave error (común ahora, por otra parte), que es carecer de libreto, más allá
de unas líneas contando la motivación y contratiempos de Janssen en el
proyecto, en inglés, francés, alemán y holandés; presencia que habría sido
aconsejable, como mínimo, para dar cuenta de las circunstancias y génesis de
las obras más desconocidas. Como paliativo, se remite a una dirección de
internet donde se pueden descargar los libretos originales.
En resumidas cuentas, una caja
que no defraudará a quienes, como yo, estén acostumbrados a oír a Bach en el
clavicémbalo y deseen aproximarse a él desde otra óptica, con el aliciente
extra de adquirir la obra completa en la visión de un solo artista.
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