El agua corriendo al compás
de los latidos.
La comunidad está rota.
La tierra está rota.
Sangrando por sus venas abiertas al cielo.
Antes de la destrucción,
nos hablaron de otro mundo;
pero ahora que no hay señales,
ni senderos,
ni guías,
ni estrellas,
no sabremos nunca cómo continuar.
Buscar vida y tierra fértil,
¡vida!,
en este yermo.
¿Con qué fuerzas, si queda luz apenas?
Pero si viajamos al sur,
bien pudiese ser que hallemos allí
el rostro del sabio que aguarda.
Ya ni siquiera queda viento
Para arrastrar las nubes.
No existe alimento,
tampoco.
Otoño 1999 - Primavera 2004
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