La paz sin la paz
es un inesperado patrimonio de la grapa.
Ella olvida escribir todo lo que se le ocurre.
La muerte de la uva
nos ha dejado atónitos a todos,
y a la grapa, sumamente entristecida.
El párpado inverso celeste de la nube
llegó ayer,
está instalado en sus aposentos
y mañana comenzará su actividad
(tras un breve descanso).
Los siervos de la gleba ya han sido liberados
y ahora se dedican
a pedir limosna por las calles.
Las luces de la ambulancia,
y su compañera, la sirena,
son unas groseras,
por lo que los hijos de bombilla
les han dado una paliza.
Por favor, grapadora,
date prisa en llegar.
Tuya, la responsabilidad.
Otoño de 1999 - Primavera de 2004
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