miércoles, 15 de enero de 2020

Silvia Bardelás, "As médulas" - LIBRO DEL MES


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Autora: Silvia Bardelás Título: As médulas / Las médulas
Año: 2010 (trad. 2013) Ed.: Barbantesa (trad. Pulp Books)
Valoración: 3 /5

La escritora viguesa Silvia Bardelás (1967) publicó en 2010 su debut, As médulas, inspirada, según su propia explicación, por la “epidemia” de soledad y, paradójicamente, incomunicación que apreciaba en la sociedad del momento. Sin embargo, no era en modo alguno la primera vez que la autora se aproximaba al mundo literario: aunque doctora en Filosofía, toda su carrera ha estado estrechamente ligada al mundo del libro, desde su misma tesis, Una teoría de la novela, pasando por su labor como traductora, profesora de creación literaria, hasta llegar a su labor como editora.

Con una técnica muy cinematográfica y texto semánticamente denso, desde la primera página nos encontramos a Juan llegando a la muy simbólica Voces (aldea del Bierzo a solo unos kilómetros de las Médulas); personaje este en torno al cual parecen de principio gravitar los otros tres principales, pero que paulatinamente iremos descubriendo en su individualidad. Como hemos dicho, el rasgo inicial característico de todos ellos es su incapacidad para hablar, no físicamente, sino para la comunicación efectiva. Incapacidad esta que parte en realidad del desconocimiento que de sí mismos tienen: podría decirse que son cuatro personajes en busca, no de autor, sino de significado.

“(…) todo parece froito da imaxinación pero a realidade, cando aparece, imponse”.

Juan, Sara, José y Flora se interrogan sobre el sentido de la existencia y más concretamente sobre su papel particular dentro de ella, sumidos tal vez en un exceso de preguntas, un excesivo dar vueltas a las cosas que, en lugar de llevarles a aceptarlas tal cual son o a cambiarlas, les sume en la indolencia. Se figuran atrapados en el sinsentido de la existencia, en cómo la vida les va llevando de un lado a otro, conscientes de cómo hasta lo más fundamental de cuanto nos ocurre está en realidad fuera de nuestro control. En la inhóspita Voces, próximos a la naturaleza en las inmediaciones de las Médulas —atención al simbolismo del título—, van a descubrir la naturaleza que habita en ellos mismos y cuya negación contribuye a mantenerlos fosilizados, inmóviles.

“E cando o destino entra, esa sensación de determinación asúmese e xa os actos non pasan pola dúbida, son”.

Cada uno de los personajes adolece de alguna carencia que se enquista como resultado de su incapacidad para comunicarse con el resto: Juan, la incapacidad de sentir, de experimentar; Sara, la falta de raíces; José, la falta de infancia; y Flora, la falta de identidad —hasta el punto de que ni siquiera su nombre le pertenece—. Los cuatro están completamente desubicados, habitando la periferia —de la vida y los unos de los otros—, y será la necesidad de tener propósito, algo indispensable en la vida, el desafío al que se enfrenten en su populosa soledad, a la necesidad de entrar en el mundo, en el mundo real, pero… ¿qué es el mundo?

Tras la pérdida de la sensación de infinito de la niñez, se verán expuestos al egoísmo, a la inutilidad de buscar en los demás, fuera, lo que nadie puede darnos: es preciso que lo encontremos en nosotros mismos. Esto conducirá a los personajes a experimentar una abrumadora sensación de aislamiento, de ajenidad, pero también de novedad, de ver el mundo por primera vez. La sensación de invasión, de no-privacidad, les pondrá ante la disyuntiva de afirmarse frente a los otros o dejarse sujetar en los lazos con que las costumbres, las obligaciones, la tradición… nos envuelven.

Cabe señalar, como nota final, que el estilo persistentemente sincopado de la redacción, que recuerda al de la Virginia Woolf de Las olas, por muy coherente que resulte con la naturaleza de los personajes y la historia, contribuye a causar cierta fatiga y, al menos para este lector, lastra un tanto la narración de la mitad en adelante.

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