miércoles, 1 de junio de 2022

El fin de las cosas

ÚLTIMAMENTE PIENSO MUCHO EN LA MUERTE. Bueno, siempre he pensado mucho en la muerte. Que nadie se alarme, este no es uno de eso mensajes crípticos de despedida. Mi cuerpo no va a aparecer de aquí a unos días flotando bocabajo en la piscina, para empezar porque no tengo piscina, ni en el mar a medio comer por los peces. Es decir, puede que aparezca, pero no será porque yo me haya tirado; así que si aparezco hacedme el favor de investigar mi misteriosa muerte, no me estéis jodiendo.

Pero sí. Pienso mucho en la muerte. Este año (Dios mediante, como suele decir un buen amigo) cumpliré mi cuadragésima vuelta en torno al sol. Lo cual quiere decir que, estadísticamente hablando, de ahora en adelante siempre me quedará cada vez menos tiempo por delante del que ya acumulo por detrás. Teniendo en cuenta que llegar hasta aquí me ha parecido un suspiro, la perspectiva tampoco es que me entusiasme. Tal vez sea esto a lo que llaman "crisis de los cuarenta".
Siempre me ha dado miedo la muerte, y a estas alturas ya he desistido de que alguna vez deje de dármelo. Puesto que no tengo creencias sobre ninguna clase de existencia ultraterrena, concretamente lo que me aterra no es tanto la mortalidad en sí como la extinción total y absoluta de la (auto)consciencia. Dice mi madre, que probablemente en esto tenga razón como en casi todo lo demás, que nunca lograré estar del todo en paz hasta que logre estar en paz con la idea de que todo lo que tiene un principio debe tener un final.
Siempre me irritó esa tendencia desmesurada de la naturaleza a la profusión. Se pervive sustituyendo y multiplicando, sin prestar la menor atención a las condiciones particulares del individuo, que para el éxito de la especie es totalmente accesorio, y ya no digamos para la continuidad de la vida en general. Sin embargo, a punto de estrenar mi cuadragésimo tumbo por este rinconcito de galaxia perdido en esa inmensidad de vacío que es el universo, me he dado cuenta de que lo que más me aterra no es tanto la muerte como que el terror a que la muerte me empuje en algún momento a tener un comportamiento repulsivo. Qué sé yo, no socorrer a alguien por temor a salir herido, mismamente.
El ser humano es el más triste de todos los animales, porque es el único que sabe que en algún momento del futuro va a dejar de existir. Los demás no lo saben, y por eso son inmortales.



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