miércoles, 22 de enero de 2014

Brian Selznick, "La invención de Hugo Cabret" - LIBRO DEL MES

 
 
 
 
En 2007, el ilustrador estadounidense de larga trayectoria Brian Selznick dio a la estampa un libro especialmente dirigido al público infantil titulado The invention of Hugo Cabret que superaba en longitud e intención a sus obras previas, en el cual además incluía extensos capítulos de narración de su propia autoría combinados con unas ilustraciones en blanco y negro hechas a lápiz tan estupendas que le merecieron al volumen y su autor ser distinguidos con la Medalla Caldecott.

Sin embargo, se trata de un libro que puede ser perfectamente leído por un adulto, pues las obras de arte, portadoras de una Verdad superior, carecen de edad y, por tanto, van dirigidas a todo el mundo (aunque es cierto que, antes de cierta edad, o más bien de ciertas experiencias, es difícil que uno pueda comprender en toda su complejidad y extensión algunas obras).

El libro pretende tanto ser un homenaje a los primeros cineastas cuanto una historia sobre el poder de la ilusión (léase magia, esperanza, o incluso fe, si se quiere) para ayudarnos a sobrellevar las adversidades, para mantener nuestra fascinación por la vida. Basándose en la obra y biografía de Georges Méliès, el pionero francés que desligó al cine de su vinculación al realismo e introdujo la noción de que este no necesariamente tiene que reflejar el mundo tal cual es, sino que hay un vasto campo de fantasía para cuya exploración el cine es quizás el medio artístico más apto; Selznick introduce a un personaje de ficción, el huérfano Hugo Cabret, que paulatinamente va descubriendo en el anodino y amargado juguetero de la estación de tren en la que habita (la locación es, me parece, muy afortunada, por cuanto el tren simboliza como ningún otro medio la posibilidad de viajar, física o mentalmente) a un sujeto insospechado. El peso del pasado y la renuncia (simbolizada en las constantes pisadas que el juguetero se ve forzado a soportar) tampoco el un asunto nada secundario.

No comentaré nada más sobre la trama porque eso destruiría gravemente el ligero suspense del libro, que me parece necesario para entender el efecto que el autor persigue. La narración, lineal, no entraña dificultad alguna (recomiendo a quienes tengan conocimientos de inglés que la lean en la lengua original, cuya sencillez la hace facilísimamente accesible, aparte que la edición inglesa es considerablemente más económica que la castellana), pero está escrita con la exquisitez y profundidad que solo alcanzan las historias sencillas; siendo lo más impactante la capacidad de Selznick para captar el alma de los personajes en sus ilustraciones: a las pocas páginas, la ensimismada expresión del rostro de Hugo ya ha despertado en el lector un instinto de afecto y protección absolutamente irresistible. A propósito de Hugo, considerando cierto comportamiento compulsivo que tiene así como su forma de enunciar los hechos y pensamientos, hacen cuestionarse a este lector si Selznick pretendió retratar, sin nombrarlo, a un niño con algún “trastorno”, quizás algún grado de autismo. También es muy resaltable el uso “cinematográfico” del dibujo, disponiendo varias ilustraciones consecutivas imitando el efecto zoom.

Así pues, un volumen de lectura fácil y rápida que nos conectará de nuevo con la mirada del niño que alguna vez fuimos.



JJJJJ
 

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