domingo, 15 de julio de 2018

Milena Busquets, "También esto pasará" - LIBRO DEL MES


Resultado de imagen de también esto pasará

Título: También esto pasará    Autora: Milena Busquets
Editorial: Anagrama    Año: 2015    Lugar: Barcelona
Valoración: 4 / 5



“Me duelen todos los caminos recorridos
con mi madre. La muerte, tan cabrona,
nos expulsa de todas partes.”

—Milena Busquets, También esto pasará

Podríamos afirmar, como dice Víctor Díez en un poema de Todo lo zurdo, que “todo lo que queda atrás, lo que voy / perdiendo, me compone. No hay fortuna / en esta ligereza de restos”. Y de eso va esta novela. Si es verdad, como afirmaba Rafael Chirbes, que somos aquello de lo que carecemos, las muchas carencias de Blanca, la protagonista-narradora de También esto pasará, constituyen la materia novelesca fundamental de esta obra delicada y a la vez punzante.

Y, entre todas esas carencias, ocupa un lugar central la carencia de la madre, y el vacío que se va sellando poco a poco. Un duelo hasta cierto punto lúdico donde también se investiga la “normalidad” de la depresión —la gente deprimida no deja de hacer cosas, incluido reír—, pero más que nada se plantea una revisión crítica del papel de la maternidad y de las marcas que deja en sus vástagos.

No fue hasta hace poco, leyendo otra estupenda novela de María Reimóndez, que reparé en el hecho de que, así como hay muchos libros hablando de la relación de los hombres con sus padres —bueno, en realidad hay muchos libros hablando de la relación de los hombres prácticamente con cualquier cosa—, no es hasta hace poco que empiezan a abundar los libros que hablan de la relación de las mujeres con sus madres —por contraste con la cantidad mucho más numerosa de libros que tratan de la relación de las mujeres… con los hombres, precisamente—.

Hija de la casi legendaria Esther Tusquets, Busquets comenzó a escribir También esto pasará después del fallecimiento de la editora en 2012 —aunque insiste en que no le sirvió como terapia ni como catarsis, todo lo más para poner un poco de orden en sus pensamientos—.

Si bien mi lectura de El amor es un juego solitario me pilla ya muy lejos y no sabría decir hasta qué punto hay reminiscencias estilísticas de la madre en la hija, creo recordar que tienen en común el empleo de la prosa poética y un gusto por los ambientes estáticos, no demasiado agitados, donde la palabra encuentra tiempo y espacio para explorar las emociones sin la ocupación excesiva que el trajín constante impone a la mayoría de los best-sellers del día. Lo que, en el fondo, es casi tanto como decir que se parecen en el blanco de los ojos. ¡Como si fueran las dos únicas autoras que comparten ese rasgo!

A mí, que leí el libro sin saber que la autora era hija de Esther Tusquets, me ha sorprendido descubrir en alguna entrevista que, según su creadora, la madre novelesca no es, o al menos no se menciona, escritora, ya que, por alguna razón, en todo momento me la figuré como tal, sobre todo al principio, aunque hacia el final me daba más la impresión de ser una mujer de negocios. En fin, ¡a saber! Misterios de la lectura.

En todo caso, esto se relaciona con la siempre manida pregunta de si una novela es autobiográfica: obviamente, sí… y no: si un autor quisiese reflejar puntualmente su percepción de su propia vida, escribiría una autobiografía, no ficción. Pero es imposible que la ficción no esté todo el tiempo permeada por la experiencia de quien la escribe, sencillamente porque es imposible recomponer la realidad literaria sin cimentarla en la realidad real y, lo que es más, en la realidad  real según el escritor la percibe. Entre otras cosas porque resultaría por completo irreconocible, tanto para los lectores cuanto para su propio autor.

Una de las cosas que más se agradecen de esta novela es el no ser pretenciosa: expone las ideas con claridad, en un estilo elegante y recortado, fluido sin esfuerzo, lleno de frases “clavo”, con intervenciones dialógicas muy naturales en general. Una escritura delicada y a ratos un punto decadente

“La ligereza es una forma de elegancia”, decía yo, “vivir con ligereza y alegría es dificilísimo”

sirve muy bien de medio a la tristeza serena, la melancolía que invade estas páginas de principio a fin, en un ambiente que por momentos puede resultar cómico y casi ridículo que progresivamente se va iluminando según Blanca vuelve a retomar la vida en Cadaqués y se encamina a la asunción de ese “también esto pasará”, una frase extraída de una fábula china en la que el emperador solicita de un consejo de sabios que le dé una frase que sirva para todas las ocasiones.

Busquets ha definido la novela como una carta de amor a la madre muerta, (“Durante mucho tiempo, la única historia de amor que me preocupó fue mi historia de amor contigo”) y precisamente el grueso de las reflexiones que se presentan en ella versa sobre el amor,

“(…) me quiere con un amor irracional y desproporcionado, que tal vez sea el único tipo de amor que vale la pena, el que no nos merecemos (…)”.

en todos los niveles y dimensiones: desde el omnipresente amor materno-filial hasta el amor romántico y la paradójica relación con los hombres:

“No es que el hombre que tengo delante sea feo, al contrario, pero no es el hombre del que me enamoré, ya no es un todo, es un conjunto de cualidades y defectos, un hombre como tantos otros, que mi amor ya no protege ni inventa, a la intemperie”.

Y también levanta testimonio de los “restos” que la hija encuentra de la madre y la abuela en sí misma, en los nietos, en la casa, el pueblo y la vida en general

 “Yo me hice mayor, los hippies se hicieron viejos y los apartamentos se llenaron de gente moderna, respetable y rica de los años noventa. Pero los que tuvimos la suerte de poder vislumbrar (…) los últimos coletazos del espíritu de los años sesenta, la libertad sexual, la libertad a secas, las ganas de divertirse, el poder para los jóvenes, el atrevimiento, no salimos indemnes. Todos tenemos paraísos perdidos en los que nunca hemos estado”.

tratando de evitar la idealización, pero sin lograrlo siempre

  “Sigo queriendo a toda la gente a la que un día quise, no puedo evitar ver, a través de todas las deserciones y de la mayoría de las deslealtades propias y ajenas, a la persona, prístina y clara, de antes de que todo se convirtiese en ceniza”.


Imagen relacionada

No hay comentarios:

Publicar un comentario