jueves, 3 de octubre de 2013

Abd Al Malik, La guerra de los barrios no tendrá lugar - LIBRO DEL MES

 
 
En 2010 el músico francés Abd Al Malik publicó su primera novela, un libro breve parcialmente autobiográfico titulado La guerre des banlieues n’aura pas lieu (hasta donde sé, no existe en traducción al castellano, por desgracia), en el que recupera y ficcionaliza los recuerdos de su juventud en los suburbios de Estrasburgo. El volumen, que es un firme canto a favor de la humanización del Estado y de una reformulación inclusiva del mismo, para que deje de pertenecer a élites descompuestas y caducas que no representan en absoluto los ideales que la República persigue, fue distinguido con el Premio Edgar-Faure de Literatura Política el año de su aparición. Invita al lector a tratar de ver el mundo a través de los ojos del otro, pero no desde los propios parámetros, sino desde los parámetros de ese otro, de tal manera que devenga otro yo, es decir, un igual. Buscar los puntos de conexión, más que los de diferencia, pues a menudo uno descubre, no con tanta sorpresa como cabría suponer, que los primeros son mucho más numerosos que los segundos. Huir del determinismo social, o, más bien, no ligarlo a causas erróneas como la raza o el origen.
Se nota en la escritura, bastante poética, en su ritmo, la influencia musical del autor. Por otra parte, el estilo es cuidado y evocador, a lo cual no empece, sino todo lo contrario, el uso de lenguaje familiar e incluso algunos vulgarismos (que aumentan la credibilidad de lo contado). Personalmente echo en falta algo más de desarrollo (la historia, propiamente, ronda las 150 págs.), sobre todo porque la estructuración en escenas o secuencias y reflexiones, hace un tanto confuso en algún momento saber si el protagonista cuenta su historia desde un momento próximo a los eventos que narra, cuando en realidad parece estar hablando a unos ocho años de distancia.
Por último, se ha criticado a veces al autor por ser demasiado tibio en sus reflexiones (ahora parece ser que la mesura constituye un defecto, y que la morigeración que practicaban los romanos, hasta que les dio por entregarse al desenfreno, ya no está de moda), por ser quizás demasiado idealista, casi un profeta de la paz, y por no aportar nada nuevo al debate de qué hacer con “los barrios” (de candente actualidad a propósito de los romaníes y las declaraciones del Ministro Valls), como si fuese obligación del escritor aportar la solución definitiva a una cuestión que hasta ahora nadie se ha aproximado ni siquiera de refilón a resolver. Muy recomendable e interesante.


JJJLL
  

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