miércoles, 31 de octubre de 2018

Gonzalo Torrente Ballester, "La novela de Pepe Ansúrez" - RESEÑA EXTRA DE OCTUBRE

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Título: La novela de Pepe Ansúrez    Autor: Gonzalo Torrente Ballester
Año de publicación: 1994    Editorial original: Planeta
Valoración: 3/4


El novelista ferrolano Gonzalo Torrente Ballester fue de esos autores que escriben incansablemente hasta el último día. Para cuando logró superar el ostracismo a que su obra venía siendo sometida y le llegó el éxito de público durante los años ochenta —gracias en buena medida a la adaptación televisiva de una de sus creaciones, la saga Los gozos y las sombras, y la concesión con Filomeno, a mi pesar del Premio Planeta—, podemos decir que su obra ya estaba cerrada: acumulaba a sus espaldas docena y media de novelas que gozaban del beneplácito de la crítica, media docena de obras teatrales, dos manuales de literatura de referencia —entre otros ensayos—, una amplia obra periodística…

Sin embargo, disfrutando de esa curiosa posición que otorga el sobrevivirse a uno mismo, en su última década de vida Torrente, lejos de apoltronarse, conoció una sorprendente segunda juventud, casi un auténtico fervor creativo, publicando nada menos que otras ocho novelas en diez años. Es cierto que se percibe con claridad en su novelística de vejez que ya no tenía fuerzas para ejecutar aquellos prodigios arquitectónicos e ideológicos como La saga/fuga de J.B., cosa que tampoco es de sorprender, puesto que estamos hablando de un sector de su producción creado entre los setenta y nueve y los ochenta y nueve años. Sin embargo, el autor gallego seguía conservando muchos de los rasgos característicos de sus creaciones anteriores, pero más que ningún otro la gracia en el contar: todas esas obras tienen en común la naturalidad con que el discurso fluye, salpimentado con el ácido humor que le era propio.

La mayoría de novelas tienen partes más narrativas, donde la acción avanza, y otras donde el autor permite que sus personajes o la voz narrativa se detengan algo más en la reflexión. Pero en el caso de Torrente Ballester no es así, pues uno y otro aspecto se funden, a través de su peculiar uso del lenguaje transido de esa singular gama de la ironía que en las tierras gallegas se denomina retranca, dando lugar a una terrible profundidad de idea expresada con un permanente tono de humorismo escéptico.

Haría falta, para hablar de su literatura, densa, no sólo la extensión de un tratado, sino echar mano de una Historia Universal, un Compendio de Literatura y, sobre todo, una Historia de la Filosofía, puesto que sus libros engloban la realidad tal cual es, es decir, en su forma de no ser, dependiente de la percepción del ente observante, inaprehensible, difusa, y, peor aún, cambiante incluso para él mismo.
Torrente puede y debe ser considerado como un novelista filosófico, autor de una literatura de tipo crítico o indicativo que, en este caso, con La novela de Pepe Ansúrez (Premio Azorín, 1994), compone un tratadillo sobre el arte de escribir novelas, desde el planteamiento del germen hasta las vicisitudes de la edición o publicación —cuyos cambios a lo largo del tiempo Torrente, que vivió más de cincuenta años en ese mercado, conocía bien—, pasando por las múltiples decisiones durante la composición, influidas a veces por el peso del entorno del escritor.

Como en casi toda la producción del gallego, el protagonista es un mindundi rodeado de otros mindundis en una ciudad pequeña —sólo sabemos expresamente que no es Ferrol, podría ser cualquier capital de provincia con zona militar—, poeta local reconocido que anuncia que va a escribir su primera novela, y rival del prosista oficial de la villa, a través de quien se introduce el asunto de la esterilidad de la teoría literaria “en exceso” —ya que, aunque da muchas vueltas al asunto, nunca llega a ser capaz de escribir ni la primera frase—. Esto da lugar a múltiples suspicacias entre sus conciudadanos, que especulan sobre cuál será el asunto o materia de la obra y, sobre todo, si ellos saldrán o no retratados —algo que dan por sentado—, y si serán víctimas de escarnio. En este sentido, es gracioso pensar que la novela que Ansúrez se propone escribir podría ser La boda de Chon Recalde que, de hecho, fue la siguiente obra de Torrente.

Hace poco una escritora compañera del club de lectura al que asisto mencionaba que esta es una parte de la novelística torrentiana que está envejeciendo mal, que se nota, por sus modelos y lenguaje, anticuada. En 1994 el mundo que refleja no estaba tan alejado —datos como la introducción en la Caja de las primeras computadoras nos hacen deducir que la acción transcurre entre fines de los años setenta y principios de los ochenta, aproximadamente—. Sin embargo, poco más de veinte años después lo narrado aquí suena extrañamente ajeno, antediluviano, por ejemplo en la representación de “la querida” y la moral sexual que se refleja en la relación entre Elisa y Leónidas, que parece más propia del cine de los años sesenta que del momento que realmente describe.

En este caso concreto, sin embargo, da la impresión de que fue un aspecto forzado por el escritor, ya que ese ambiente y estilo efectivamente trasnochados sirven al autor para incidir sobre el asunto de la vanidad literaria —los modelos ideales del tal Ansúrez son nada menos que Campoamor y Zorrilla— y la esterilidad de sus enemistades, con un lenguaje cómicamente envarado, un poco actuarial, y situaciones ridículas.

Podríamos definir La novela de Pepe Ansúrez como una comedia de enredos donde  la vida y la ficción se van entrelazando o superponiendo, con un punto fantasioso en el que todos los personajes se comportan como personajes novelescos y con conciencia de ello, por lo cual también resultan un poco absurdos, lo cual da pie a Torrente para apuntar el tema del impacto del Arte en la vida.

“—En la novela se contará mi matrimonio.
—Es lo que quiero evitar, el ridículo de ese tipejo que va a ser tu marido. ¿Cómo va a contar el matrimonio después de haber contado mi aventura contigo?
—Precisamente por eso. ¿No quieres ser el malo de la historia?
—Lo puedo ser de muchos modos, sin que ninguno de ellos exija el matrimonio. ¿No te das cuenta de que, contando el matrimonio, me dejáis en ridículo? Porque, lógicamente, yo tengo que oponerme.”

A pesar de la habitual profusión de personajes, hay pocos principales. Para meter toda una ciudad en una novela bastan ejemplos significativos, no es necesario incluir a cada uno de sus habitantes, por eso con economía y eficiencia Torrente consigue en La novela de Pepe Ansúrez que nos hagamos una imagen perfectamente determinada de la capital de provincias donde transcurre. Además, encierra en estas ciento sesenta páginas varios tipos de novela, siempre en un tono burlesco, como la novela romántica —entre Aurita y Perico—, la novela erótica —entre Elisa y Leónidas—, o la comedia —en la propia novela en sí—.

Hay que decir que en esta novela breve el autor apunta más que desarrolla elementos de crítica. Algunos de ellos son: la vanidad de los artistas y la rivalidad entre ellos; el influjo de la opinión ajena sobre la propia valoración; la libertad creativa del artista; las dificultades y disyuntivas de la creación literaria… Todo ello, por supuesto, marcado con el sello de la socarronería habitual en Torrente.

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