miércoles, 7 de mayo de 2014

Soberbia integral bachiana

 


Si ha llegado hasta aquí doy por sentado que no hace falta convencerle de las bondades de Bach tocado en piano (aquí, unos Yamaha Grand CF III y C7). A diferencia de lo que ocurre con la música para clavicémbalo de otros compositores, siempre me ha parecido que la del alemán se adapta inusualmente bien a los instrumentos modernos, que ofrecen una perspectiva de la misma muy diversa a la que puede extraerse de un instrumento con las virtudes y defectos del clavicémbalo, en el cual estoy acostumbrado a escucharlo. Por lo cual esta ha sido una muy grata sorpresa.

La presente caja ha cosechado una plétora unánime de alabanzas, por varios motivos: aunque su precio imbatible no es un factor desdeñable, lo más importante es la calidad excepcional y uniforme del conjunto (que es de suponer sorprende precisamente por lo barato). La génesis de este set es, además, un tanto peregrina, ya que asombra que el pianista holandés Ivo Janssen se viese obligado a fundar su propia discográfica para sacar adelante un proyecto en el que tenía interés personal, ante la pasividad de los sellos tradicionales, que probablemente pensaron, no sin razón, que ya había suficientes registros de Bach en el mercado. Perdieron, con ello, la oportunidad de añadir a su catálogo un ítem valiosísimo. Pero, ya se sabe: con cada decisión, unas veces se gana, y otras se pierde. Y lo que, en este caso, perdieron las discográficas, lo ganó Janssen, que puede estar bien orgulloso del resultado.

Grabado entre 1997 y 2006, el holandés presenta a un Bach en el que destacan sobre todo la espontaneidad, la naturalidad, la fluidez, la luminosidad. Tempi excelentes, gusto en el legato y los matices. Son versiones ascéticas, sin apenas ornamento, aunque allí donde está presente se adapta a la pieza como un guante por su melodiosidad y discreción. Lo que más me ha gustado, quizá, es la ausencia total de los histrionismos tan comunes hoy en la música barroca. Puede decirse, en este sentido, que lo que aquí se oye es Bach, y sólo Bach. Como ocurre siempre en este tipo de colecciones, cada cual tendrá el santo de su devoción para cada obra particular. Sin embargo, el hecho de que los grandes popes de este repertorio hayan dejado de lado habitualmente las obras consideradas “menores”, muy bien podría convertir a esta, por su excelencia y completitud, en LA  integral de referencia, sin apenas competencia en su campo (exceptuada la de Angela Hewitt en Hyperion, que desconozco). El sonido, excelente, es equilibrado y cálido, sin eco ni reverberación, pero amplio. Dentro de su sencillez rojiblanca externa, la edición brinda colores diversos a cada disco, con carátulas distintas entre ellos (excepto en los que van por parejas, donde la comparten); pero comete un grave error (común ahora, por otra parte), que es carecer de libreto, más allá de unas líneas contando la motivación y contratiempos de Janssen en el proyecto, en inglés, francés, alemán y holandés; presencia que habría sido aconsejable, como mínimo, para dar cuenta de las circunstancias y génesis de las obras más desconocidas. Como paliativo, se remite a una dirección de internet donde se pueden descargar los libretos originales.  

En resumidas cuentas, una caja que no defraudará a quienes, como yo, estén acostumbrados a oír a Bach en el clavicémbalo y deseen aproximarse a él desde otra óptica, con el aliciente extra de adquirir la obra completa en la visión de un solo artista.



 

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