lunes, 26 de mayo de 2014

Bai Juyi / Rochi Novóa - LIBROS DEL MES


Como ya anuncié hace unas semanas, en la reseña de Casa de muñecas, tengo intención de diversificar un poco los géneros de los libros que trato en este blog, acorde con los diversos géneros que leo. Así que hoy le toca el turno, por primera vez, a una recomendación poética, que lo será doble, además: un poemario clásico, llegado casi de la antigüedad, y otro actual.


BAI JUYI Y LA DIGNIDAD HUMANA

 


En el mismo año en que Carlomagno se coronaba emperador en occidente, un joven proveniente de una familia de poca fortuna pero perteneciente a la élite intelectual, pasaba sus exámenes oficiales en la primera meritocracia del mundo, China. Su nombre para la posteridad es Bai Juyi, aunque durante su vida conoció algún otro, y es uno de los poetas asiáticos más queridos y más universales. Fue funcionario, ocupando diversas posiciones, y llegando a ser gobernador de varias provincias, donde emprendió acciones para mejorar las condiciones de vida del campesinado, por lo cual el pueblo parece que le tenía en gran estima, otorgándole fama de sabio, prudente y justo. Su vida, con todo, no estuvo exenta de tumultos políticos, provocados más por cuestiones protocolarias que por traición o arribismo: su serena pero dura crítica contra el estilo de vida ostentoso de la aristocracia y la corrupción de la corte imperial, que llegó a convertirse en una constante de su poesía, se extendieron hasta su vejez, granjeándole algunas enemistades, por lo cual fue “desterrado” en dos ocasiones (entiéndase, enviado como gobernador a provincias remotas, alejadas de la corte y consideradas destinos ingratos).

En este sentido, puede considerársele un poeta social avant-la-lettre, puesto que declaradamente usó numerosas composiciones para inducir una reflexión sobre las condiciones de vida de las clases humildes, y en especial de los agricultores, promoviendo así el progreso social. También se revela en sus poemas como un pacifista decididamente contrario a la guerra (ya en su niñez se había visto forzado a huir a casa de unos parientes por su causa), y sobre todo a las campañas bélicas prolongadas, tan costosas en términos de recursos como en vidas.

Su obra supone una peculiar mezcla de poesía lírica con narración de eventos personales. Yo destacaría, sobre todo, su mesurada pero sólida defensa de la dignidad humana (como buen budista que era). Este poema, en el que puede verse este carácter que comento, titulado “Amargo invierno en la aldea”, me ha impactado, entre otras cosas por lo que tiene, casi 1200 años después, de actual:

 

En el octavo año de este reinado,

en el duodécimo mes lunar,

nevó copiosamente durante cinco días; incluso

los bambúes y los pinos murieron;

¿y qué fue de la gente sin

ropa? Recorrí los alrededores para verlo,

averiguando que de cada diez familias,

ocho o nueve eran pobres; el

viento del norte les cortaba

como una espada, y ninguno tenía suficiente

para cubrir su cuerpo; los aldeanos quemaban

hierbajos y rastrojos, hoscamente

encorvados sobre el fuego esperando a que el sol

saliera; en un invierno tan amargo como este,

es el campesino quien más sufre;

me miro a mí mismo, a mi puerta que

cierra tan bien, a mis ropajes de piel,

a mi edredón de mullida seda;

no importa si me siento o me acuesto,

siempre estoy cómodo; ni

el hambre ni el frío me incordian; no

tengo necesidad de salir a trabajar

la tierra; pero entonces, pensando en todo

esto, me avergüenzo de mí mismo y

me pregunto, “¿Qué clase de hombre soy yo?”

 

Poéticamente, Bai fue siempre un conservador, con gran querencia por las formas clásicas. Por las experiencias comentadas más arriba, en su poesía el desarraigo ocupa un lugar importante, la sensación permanente y angustiosa, afrontada con cierta resignación, de no pertenecer a ninguna parte, de estar siempre lejos del lugar al que uno pertenece, de estar constantemente en camino. Su estilo llano y accesible, plagado en muchas ocasiones de una sugerente sensualidad, se reviste de una engañosa sencillez, que se adentra incluso en las cuestiones más profundas y variopintas: desde la condición de la mujer hasta las condiciones de vida de la gente llana; desde poemas políticos y sociales hasta otros donde reflexiona sobre la amistad y la parentela; desde poemas en los que habla de sí mismo hasta otros donde refleja pensamientos aleatorios promovidos por la contemplación de su amada naturaleza …

De su copiosa producción, he leído en este caso la generosa antología (en inglés) preparada por Rewi Alley para New World Press en 1983, bajo el título Bai Juyi. 200 selected poems. Como señala el prologuista, el traductor tomó la decisión de no encorsetarse por las formas poéticas de Bai, algo que no habría tenido ningún sentido en dos lenguas tan distintas como el chino y el inglés, además de prácticamente imposible. Tiene gran éxito, sin embargo, al decir de Mao Dun, en conservar el espíritu de la poesía de Bai, centrándose en lo que él quería transmitir, más que en cómo lo transmite.



JJJLL
   
ROCHI NOVÓA Y LA DELICADEZA

 
   

La segunda recomendación de este mes recae sobre la poeta orensana Rochi Novóa, y su libro en gallego Farrapos de boneca (Harapos de muñeca). No conocía a esta autora y este pequeño volumen es mi primer contacto con su obra, que, he de decir, me ha sorprendido muy favorablemente. El libro se compone de 37 piezas, y plantea una experiencia artística múltiple, pues aparte de los textos, incluye numerosas fotografías, así como un cd con varios poemas recitados por la propia autora y canciones con letra suya. La alternancia blanquinegra de la edición es impresionante, con predominio absoluto del negro.

Como características de la poesía de Rochi Novóa creo que ha de destacarse sobre todo un carácter profundamente femenino, en el sentido de explorar la experiencia de la mujer en el mundo casi desde todos los ángulos y desde todas las posiciones que puede ocupar: madre, hija; amante, esposa; valiente, sumisa; luchadora, resignada; … Pero, a partir de ahí, como toda la buena literatura, va de lo particular a lo general, de lo íntimo a lo colectivo, y empieza a tratar sentimientos universales como el deseo, la desolación, el amor, el abandono, la entrega, o incluso el propio impulso artístico … La delicadeza, la sensualidad, el poder de evocación, la intensidad, el recogimiento, son elementos que fluyen e inflaman los versos de esta poeta.


“Engullo recuerdos

bebo morriña

y escupo sangre”


 
 


JJJLL

1 comentario:

  1. Mil grazas pola delicadeza do trato, non deixa de asombrarme estes calificativos. Demasiado tímida para seguir comentando, grazas, grazas, grazas.

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