jueves, 15 de mayo de 2014

Fitzwilliam Codex

 
 
En uno de esos magnos proyectos que el holandés Pieter-Jan Belder emprende de la mano de Brilliant Classics, le toca ahora el turno a la grabación de los casi tres centenares de piezas recogidas en el Códice Fitzwilliam. El Libro Fitzwilliam para virginal (que a pesar de ese nombre puede ser interpretado con otros instrumentos, ya que en él no se indica expresamente a qué instrumento de tecla va destinado) es una fuente de valor incalculable para el conocimiento de la música isabelina y jacobina, que en algunos casos es incluso la única fuente para el conocimiento de la música de alguno de los compositores en él recogidos (Giles Farnaby, notablemente).

Todo acerca de este volumen es misterio, puesto que no se sabe con certeza ni quién, ni dónde, ni cuándo pudo compilarlo, aunque la opinión más general es que un músico menor de nombre Francis Tregian Jr. fue su colector, en algún momento entre la primera y segunda décadas del s.XVII. Lo único que se sabe con certeza es que, antes de donárselo a Cambridge, el vizconde Fitzwilliam se lo había comprado a Bremner, quien a su vez lo había adquirido, ¡por diez guineas!, en la subasta de la colección de Pepusch. De dónde pudo sacarlo este, es algo que sigue sin saberse.

En este primer volumen, se nos presentan hasta 35 piezas, sobre todo de John Bull, Giles Farnaby y William Byrd, aunque hasta 12 compositores aparecen representados, incluidas un par de composiciones anónimas. Se trata de obras en general breves, que adoptan normalmente las formas típicas de la época (fantasía, pavana, gallarda …), servidas con el virtuosismo y adecuación habituales en Belder, si bien se le nota más encorsetado en esta aproximación a la música del renacimiento tardío y el barroco temprano de lo que suele estarlo en el barroco tardío  (algún mínimo manierismo del cual se permite aquí y allá).

La grabación, obra de Peter Arts (con su sonido próximo y radiante habitual) tuvo lugar en septiembre de 2010, apareciendo el disco dos años más tarde. Se emplean cinco instrumentos (copias): cuatro clavicémbalos obra de Cornelis Bom (viejos conocidos de quienes conocemos las colecciones de Scarlatti, Soler o Purcell, del mismo intérprete y sello) y Martin Skowroneck; así como un virginal italiano debido también al primero, cuyo cálido sonido destaca entre el más punzante y resplendente de los modelos Ruckers. Se acompaña libreto explicativo en inglés de once páginas.
 
 

 

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