miércoles, 21 de enero de 2015

Desde el cielo nos vigilan



Pensar, en ocasiones, me duele,

—ideas tan terroríficas

me recorren la mente—,

tan extraños parajes y reacciones,

laberintos tan interminables,

que no ha nacido aún

mortal que soportar los pueda.


Tantas certezas han anidado en mí,

con tal claridad conozco

lo que va a suceder,

que no puedo ya recordar

los círculos del tiempo

que en mí se inscribieron:

sé ahora que el tiempo,

circular,

para detenerlo no,

para cambiarlo

(pues no existe, o no se detiene)

hay que atravesarlo

de un lado a otro.


¡Qué mal se nos han contado

las cosas!

¡Creemos haber conseguido tanto,

y continuamos aún haciendo

lo mismo!


Puede ser que hayamos cambiado

el envoltorio,

pero la esencia es idéntica.


Tratan de convencernos,

y nos dejamos convencer alegremente.


La desgracia golpea

siempre

a los mismos.


Golpea tal vez a los que lo

merecen, en la promesa

de una vida mejor.


Los que recuerdan el mal permanecen,

no existirán entonces.

El tiempo ha girado,

ha vuelto a empezar:

herrumbrosos nos quejaremos,

y todo será igual

siempre.


Otoño de 1999 - Primavera de 2004

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