viernes, 23 de enero de 2015

¡Qué discreta era!


No se lo contó al jardín

pues su temor era ser conquistada por él;

pero se subió al tejado

para huir de la montaña.


Ignoró el zumbido de la abeja,

pues para decírselo a ella

tampoco tenía fuerzas;

en cambio se encerró en su habitación

para que no se lo sustrajera el libro.


Ni osó después susurrarlo por las calles

por miedo a que la criticaran;

sin embargo, tomó la estilográfica

fuertemente, con las dos manos.


Se lo calló a los bosques y laderas

de su infancia:

no debían saber que partía a un viaje eterno.

Mas se deslizó bajo la roca

con la mirada callada.


Ni, aun seducida por el vino,

lo reveló en la mesa:

hacia el interior del acertijo alguien va

todos los días.

Pero destapó el mantel

y lo tachó con rabia;

la grapadora retrocedió unos pasos,

y avanzó corriendo velozmente

para poder quitárselo.


Otoño de 1999 - Primavera de 2004

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