viernes, 5 de febrero de 2016

Tú amarás a otro hombre

A CCG, 
inevitablemente.
Siempre.
A pesar de todo.

Tú amarás a otro hombre,
porque hay cosas inevitables, aun no estando planeadas,
y a veces arrastra el viento consigo
el polvo desprendido de las huellas de otras pisadas.

Tú amarás a otro hombre,
y aunque no quiera, él se deslumbrará con tu resplandor de alba
y, como el mío, se quedará su corazón felizmente traspasado
como por el relámpago fulgurante de una espada.

Tú amarás a otro hombre,
y serás amado. Mañana
el tiempo andante irá entretejiendo
en tu pelo negro orfebrerías de plata

que yo no podré besar,
ni de día ni en la madrugada,
pero que besará él en mi lugar, estremeciéndote
con caricias que arrancarán gemidos a tu garganta.

Y serás guapo, e imponente
como un león de melena ensortijada
que hubiese aprendido el arte del misterio
de las sutiles geometrías de las arañas.

Tú amarás a otro hombre,
y yo no podré hacer nada;
nada, salvo atisbar por los cristales
que la helada de la noche empaña.

Y que empaña el vaho de tus suspiros
en la noche tan callada,
mientras en el cielo va la luna
mostrando su arco de guadaña.

Tal vez te acordarás alguna tarde
movido por el candor de la nostalgia,
mientras a mí me devuelve el oleaje
el rumor de la madera tronchada.

Tú amarás a otro hombre
y serás amado, y por ello daré las gracias,
aunque me cueste quedarme pulverizando entre los dedos
la nieve, los hielos y la escarcha.

Inmóvil, me quedaré contemplando la noche
hasta que se diluyan tu nombre y tu rostro en el agua,
o se carbonice en esta llama mi cuerpo
y se pierda en torbellinos de ceniza enamorada.

Afuera, me quedaré removiendo lo que pudo ser,
como el pálido espectro de las Navidades pasadas,
mientras dentro él te atrae como atraes tú a mí,
y tú no podrás, ni querrás, hacer nada,

salvo desear que broten nuevos pétalos
a las margaritas deshojadas.
Y aun si voz, gritarás por dentro su nombre
como yo grito el tuyo escondido en cada palabra.

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