lunes, 8 de julio de 2013

Edición superlativa

 

En esta fastuosa edición encontramos:

1) 27 cds con Juditha Triumphans, Orlando finto pazzo, Tito Manlio, La verità in cimento, Orlado Furioso, Atenaide, Farnace, L’Olimpiade, y Griselda, en carpeta tipo archivador, con un color asignado a cada ópera y un tono diverso a cada cd (todas ocupan tres), ordenadas según criterio cronológico

2) libro con la relación de pistas y los libretos completos en el original italiano y traducidos al inglés y el francés

3) libro de gran formato (205 págs.) con ensayos introductorios, explicaciones, sinopsis, semblanzas, fotografías de Venecia y de los artistas, etc., en inglés y francés,

4) un DVD con dos pequeños documentales, uno sobre Atenaide y otro sobre la grabación de La fida ninfa (que NO se incluye aquí)

Como defecto (y probablemente es el único digno de mencionarse) hay que decir que la caja en conjunto pesa demasiado (4 kilos y pico), con la consiguiente fragilidad ante los golpes y demás; el gran formato no lo hace especialmente cómodo ni manejable; y, en concreto, el libro mencionado en el punto 3) es demasiado pesado y grande como para leerlo sosteniéndolo en las manos: requiere estar apoyado en una mesa o atril.

En cuanto a las grabaciones, globalmente cabe destacar la enorme calidad tanto de los vocalistas como de los conjuntos y directores, todos, con alguna excepción, especialistas barrocos muy metidos en estilo (una apabullante nómina de primeros espadas que compone un auténtico festín), y sonido soberbio de las grabaciones, incluido el Farnace, que, al ser una grabación en directo, tiene los problemas habituales, aunque igualmente el sonido y captación de los cantantes es muy notable y superior a lo habitual.

Los vocalistas incluyen nombres como Antonio Abete, Gemma Bertagnoli, Sonia Prina, Manuela Custer, Magdalena Kozena, Marina Comparato, María José Trullu, Guillemette Laurens, Sara Mingardo, Nathalie Stutzmann, Philippe Jaroussky, Anthony Rolfe Johnson, Marie-Nicole Lemieux, Jennifer Larmore, Verónica Cangemi, Lorenzo Regazzo, Ann Hallenberg, Sandrine Piau, Vivica Genaux, Romina Basso, Paul Agnew, Furio Zanasi, Gloria Banditelli, Roberta Invernizzi, Sergio Foresti, o Simone Kermes, entre otros.

Los grupos y directores son: Academia Montis Regalis / Alessandro de Marchi; Accademia Bizantina / Ottavio Dantone; Ensemble Matheus / Jean-Christophe Spinosi; Modo Antiquo / Federico Maria Sardelli; Le Concert des Nations / Jordi Savall; Concerto Italiano / Rinaldo Alessandrini.

Aparte de los anteriores, muchos otros son los participantes en esta magna recuperación de la operística vivaldiana, todos debidamente acreditados en los libros. Ahora, solo alguna nota a vuelapluma sobre las grabaciones, realizadas durante la década pasada.

ORLANDO FINTO PAZZO

Impresionante Bertagnoli en piezas como “Lo stridor, l’orror”, y genial Antonio Abete. Preciosa la voz de Custer, aunque más limitada en sus medios. El último cd incluye una amplia selección de descartes y versiones alternativas.

JUDITHA TRIUMPHANS

Fastuosa y con muchos medios, orquesta lujuriante. Trullu es una mezzo de buen registro y técnica, igual que Comparato (un poco más rígida esta). Kozena emplea una voz dulce y cristalina, pero profunda, bajo control, con unos trinos estupendos. También Anke Herrman (en el rol de Abra) se muestra controlada, aunque más ligera que Kozena, con el mejor “Fulgeat sol frontis decorae” después del Maria Zadori.

TITO MANLIO

Estupendos Academia Bizantina y Dantone. Nicola Ulveri un poco ahogado en los graves. Espléndida Gauvin. Debora Beronesi bien, pero de voz menos bonita. Barbara di Castri tiene un tono regular, más bien feo.

LA VERITÀ IN CIMENTO

Spinosi un poco brusco al frente del Ensemble Matheus, que despliega un seco virtuosismo. Rolfe Johnson con voz inestable y no muy bonita, con poco empaque, soso. Stutzmann estupenda, como siempre. Recitativos de una longitud que habrían hecho a Handel subirse por las paredes (siete u ocho minutos, a veces nada más empezar la ópera). Sin embargo, el genio del veneciano era tal que siempre mantiene el interés, y tenemos la impresión de estar en una conjunción casi perfecta entre teatro y ópera. Jaroussky refleja muy bien la inocencia de su personaje. Mingardo con la voz bonita de siempre, pero temblorosa y poco fluida. Bertagnoli excelente, con voz pura y consistente, fina (destaca en “Amato ben”).

ORLANDO FURIOSO

Se da cita en este caso un dream team (Larmores, Cangemi, Jaroussky, Regazzo, Hallenberg, Staskiewickz) del que, para mí, fue el gran descubrimiento la Lemieux, una actriz nata de voz poderosa y virtuosismo natural. Spinosi otra vez en el podio.

ATENAIDE

Además de un maestro del recitativo, Vivaldi era un genio del autoreciclaje. Y eso es esta obra: un pasticcio de greatests hits vivaldianos. Muy bien grupo y orquesta. Piaus en excelente forma y voz muy joven, aunque se nota que no es experta barroca, si bien resulta muy convincente. Sardelli se muestra aquí más reposado y equilibrado que Spinosi, menos contrastado. Guillemette Laurens un poco ahogada, sin fuerza.

FARNACE

Primera vez que se grabó, en el 2001, esta ópera íntegra (según la versión de 1731, fecha de su estreno en el Teatro Omodeo de Pavía), y registrada en vivo en el Teatro de la Zarzuela seleccionando los mejores momentos de dos representaciones distintas. A pesar del directo, en general las voces se oyen bastante cerca, apenas hay ruidos del público y se han quitado los aplausos. La orquesta casi parece grabada en estudio. Me ha llamado la atención, además, la acústica del teatro, que lejos de ser apretada, como en la mayoría de casos, tiene cierto eco eclesiástico que dota de una agradable amplitud al sonido.

“Farnace” es una obra de madurez (Vivaldi tenía 53 años cuando la escribió, tras un parón de dos años en su producción lírica) y, por el número de veces que la volvió a subir al escenario (fue una fiel compañera de su última década de vida) y de las revisiones que de ella hizo, la consideraba una de sus mejores piezas, no sin razón, por su refinada orquestación y asimilación del lenguaje musical napolitano, así como el abandono de estructuras arcaizantes o “experimentales” de sus óperas previas, y el ensayo de arias sin da capo.

Al final todo termina felizmente, como solía ser la convención en la época, y, por una vez, sin que muera nadie, no sin pasar por peripecias que ponen a prueba la cordura del espectador y conflictos de acto voltaje (incluyendo el intento de suicidio del protagonista) … pero, después de todo, ¿quién oye óperas barrocas por el realismo de sus librettos o su rigor histórico?

Todos los cantantes consiguen retratar convincentemente el carácter de sus personajes y trasladar la tensión de la obra. Savall se decide aquí por entregar el rol titular, originalmente creado por un tenor, al barítono Zanasi, de voz poderosa y bien medida en su derrota, aunque en algunas de las arias con la garganta evidentemente tocada (¡riesgos del directo!), lo que es una pena, porque en un aria tan sobrecogedora como el famoso e impactante “Gelido in ogni vena” sufre evidentes esfuerzos y rasca aquí y allá, aunque consigue mantenerla estable y con buena proyección. También Sara Mingardo y Gloria Banditelli aportan la zozobra necesaria a Tamiri y Selinda, aunque la primera con un permanente temblor en la voz que personalmente me resulta un poco molesto. Adriana Fernández aporta una comedida salvajez a la mala de la historia, la vengativa suegra Berenice, en tanto que Cinzia Forte se enfrenta con naturalidad a las florituras de su papel, pero con una voz un poco pequeña. Fulvio Bettini se desempeña con heroísmo y vigor. Por último también llama la atención el mayestático Pompeo de Sonia Prina (que ataca las coloraturas de la peculiar forma a la que nos tiene acostumbrados).

Estupendo Le concert des nations, con una toque pulido y de excelente articulación, bajo la batuta de Jordi Savall, que consigue transmitir toda la fuerza de la partitura sin necesidad de recurrir a los bruscos contrastes tan al uso hoy día en la interpretación barroca y, sobre todo, sin acelerar los tempos innecesaria o aun inconvenientemente (como hacen muchos sin mostrar piedad alguna por los pobres cantantes).

L’OLIMPIADE

Mingardo apagada y con poco dramatismo. Demás vocalistas muy bien (Invernizzi, Prina, Kulikova, Giordano, Novaro, Foresti). También sobresalen Alessandrini y su Concerto Italiano. Laura Giordano, como Aminta, ataca con una voz infantil y pequeña, pero de gran virtuosismo.

GRISELDA

Otra vez el niño malo Spinosi haciendo de las suyas. Lemieux y Cangemi con voz más débil que de costumbre, aunque detallistas y cuidadosas, por lo demás. Sorprende el tenor Stefano Ferrari (Gualtiero), que se atreve hasta con algún trino aquí y allá.

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