miércoles, 10 de julio de 2013

En conjunto, bien, pero con varias cautelas

 
 
Lo primero que hay que decir es que resulta complicado darle una nota única a un conjunto de grabaciones tan heterogéneas. Empecemos por la edición, que es preciosa, con cada cd en manga de cartón individual con las pistas y cantantes al dorso y distinguidos por colores. El libretto repite los cortes de cada cd, pero no se dice en ningún lado qué personaje(s) participa(n) en cada escena. Están ausentes los textos de las obras, limitándose a aportar una sinopsis de cada una en inglés, alemán y francés. El sonido es bueno en general, salvo la anticuada versión del Giulio Cesare, donde las voces distorsionan algo en los agudos (sobre todo las de los participantes masculinos).

En estos 22 discos se comprenden ocho óperas handelianas, algunas de las principales, como Rinaldo, otras más desconocidas, como Lotario, ordenadas según criterio cronológico. Las grabaciones proceden del catálogo de Sony, RCA, BMG, o Deutsche Harmonia Mundi / WDR 3, y se realizaron entre 1967 y 2004. Excepción hecha del Giulio Cesare, todas son grabaciones hechas según criterios historicistas. La decisión de colocar los recitativos al final de las pistas, sin darles corte independiente, puede disgustar a algunos oyentes. Pasemos a comentar brevemente cada una de ellas.

RINALDO: el pistoletazo de salida de Handel en la escena londinense corre a cargo de La Grande Écurie et La Chambre du Roy, a las órdenes de Jean-Claude Malgoire. Grabación HIP pionera de 1977, con grandes vocalistas, pero falta de sustancia: lo de "una voz por parte" deja un grupo de sonido excesivamente parco y doméstico, de bajos casi inexistentes. Además, la dirección de Malgoire carece de vigor; podríamos decir que es una versión con más oficio que talento. El reparto: Carolyn Watkinson (especialmente destacable como Rinaldo), Paul Eswood (Goffredo), Charles Brett (Eustazio), Ulrik Cold (Argante), Ileana Cotrubas (Almirena) y Jeanette Scovoti (Armida).

GIULIO CESARE: en los albores del revival handeliano el director Julius Rudel, a quien no le falta cierta intuición en este repertorio, convocó a una serie de cantantes nada desdeñables, entre los que destacaba el regreso de la soprano Beverly Sills (Cleopatra), para grabar con el Coro y Orquesta de la Ciudad de Nueva York este capital título (probablemente la ópera principal del sajón). Corría 1967 y la escuela historicista no gozaba aún, ni mucho menos, del predicamento que más tarde alcanzaría. Así que tenemos en dos cds lo que cabría esperar: cortes (falta más de hora y media de música), reasignaciones, reordenaciones y, en definitiva, un conjunto de arias de lucimiento ensambladas que solo en el contorno y el nombre se parece al original. Particularmente molesto (a pesar de su desempeño notable) resulta el haber asignado a bajos y barítonos (Norman Treigle, Michael Devlin, Spiro Malas) los papeles de Julio, Nireno y Tolomeo. También convincentes son William Beck, Dominic Cossa, Maureen Forrester y Beverly Wolff en sus respectivos roles. Aunque aquí la parte del león se la lleva la superestrella Beverly Sills, que es lo que principalmente salva la grabación: no siendo una especialista barroca, se toma numerosas libertades; si bien la riqueza de su canto (la profusión de trinos acaba resultando excesiva) da una de las mejores, si no la mejor, Cleopatra de la discografía (su "Da tempeste il legno infranto" apenas conoce rival).

TAMERLANO: repiten Malgoire y sus caballerizos en esta grabación de 1985, donde el grupo se nota más enriquecido, ya no suena tan austero como en grabaciones más tempranas, y la dirección es más apta en este intenso drama que contiene el único protagonista para tenor que Handel escribió, aquí interpretado por un John Elwes (Bajazet) más aguerrido que autoritario (aunque algo rasposo y engolado aquí y allá). El contratenor Henri Ledroit (Tamerlano) tiene una voz potente, pero con un temblor molesto y un tono no especialmente bonito, tirante en los agudos. La pequeña y serena voz de René Jacobs, que hizo muy bien en pasarse al podio, encaja bien con el indeciso Andrónico: de sus intervenciones puede decirse siempre más o menos lo mismo: que tienen más talento e intuición que don natural: saca todo el rendimiento que puede a su instrumento, que no es destacable, pero consigue un resultado digno. Las sopranos Mieke van der Sluis e Isabelle cumplen a satisfacción sus papeles como Asteria e Irene, respectivamente, con voces muy metidas en estilo, sobre todo la segunda. A destacar el bajo Gregory Reinhart como Leone, de voz redonda y poderosa.

RODELINDA: es una de los óperas más dramáticas de Handel. Versión de 1991 a cargo de La Stagione y Michael Schneider que algunos han criticado desde el punto de vista orquestal, aunque personalmente la encuentro más que aceptable, correcta estilísticamente, de tempi bien elegidos, incisiva y energética. Es uno de los grandes hitos de esta caja. Entre los vocalistas destacaba especialmente Christoph Prégardien como el indeciso Grimoaldo, genial en números como "Io già t'amai, ritrosa". El rol titular es para Barbara Schlick: con ella, el problema siempre es que su voz suena un tanto "vieja", demasiado adulta, característica que aquí no desentona, dando una Rodelinda doliente de matices bien trabajados. Otro tanto puede decirse de Claudia Schubert (Eduige). El papel de Bertarido recae en manos de David Cordier, un contratenor de voz rígida y poco dúctil. Más interesante es su compañero Kai Wessel (Unulfo), al que a cambio le falta potencia. Por último, Gotthold Schwarz destaca también en el papel del malvado y calculador Garibaldo.

ALESSANDRO: de los méritos de la pionera La Petite Bande y su líder Sigiswald Kuijken no es necesario decir mucho para convencer del acierto de su trabajo en este registro de 1985, que era, si no me equivoco, el único existente de esta rareza hasta el reciente y muy alabado de Decca con Max Emmanuel Cencic y Karina Gauvin. Rol titular para René Jacobs, de quien repetimos lo dicho más arriba, que da un Alessandro más amante que guerrero. Repite Isabelle Poulenard, que coincide aquí con Sophie Boulin en la cuerda sopranil, ambas muy destacables, de voces muy barrocas, cristalinas y ágiles. El contratenor Jean Nirouet tiene una voz similar a medio camino entre la de Eswood y Jacobs. Destaca Stephen Varcoe (nombrado como bajo, pero en realidad barítono) entre los demás cantantes, completados por Guy de Mey (demasiado eclesiástico) y la contralto Ria Bollen.

LOTARIO: rareza entre las rarezas, el único registro de este Lotario de 2004 nos llega de la mano de Il Complesso Barocco / Alan Curtis, que tanto ha hecho por la recuperación del repertorio operístico handeliano. De la perfección de la grabación (es el pináculo de lo contenido en esta caja) da testimonio sobrado (por si no fuera suficiente nombrar a la orquesta y director) enumerar el nombre de los cantantes: Simone Kermes (sedosa y sensual, fantástica en "Scherza in mar la navicella"), Sara Mingardo (a la que en sus registros de los últimos años se le ha incrementado la cualidad vibrátil de la voz, detalle que personalmente no me gusta demasiado), Hilary Summer (con su achocolatada voz de siempre), Sonia Prina (una habitual de la cuerda de contraltos), Steve Davislim y Vito Priante.

PARTENOPE: la que aquí figura (doblete de La Petite Bande y Kuijken) contiene a la mejor Parténope de la discografía, que no conoce apenas ejemplos de esta obra: la prematuramente retirada Krisztina Laki encandila con su cristalina voz, lo que permite entender su hechizo sobre los hombres que la rodean. En primer lugar, discutible la decisión del director de eliminar los embellecimientos en los da capo, lo que da cierta planitud al conjunto. Los demás vocalistas están bien, pero no consiguen, entre todos ellos, dotar a la ópera de su sentido cómico, sonando más como un drama con lieto fine. Se trata de Helga Müller-Molinari, René Jacobs, Martyn Hill, John York Skinner y Stephen Varcoe.

SERSE: para concluir el conjunto, la última gran ópera que Handel dio a los escenarios, donde una vez más trata de unir drama y comicidad para crear una obra fuera de lo corriente en la época. Como en el caso anterior, puede acusarse a los cantantes, a pesar de ser competentes, de estar demasiado seriotes, sin lograr imprimir el sentido lúdico de la partitura y el libretto, salvedad hecha quizás de Anne-Marie Rodde (picante y juguetona como Atalanta) y Ulrich Studer como Elviro. La férrea voz de Carolyn Watkison (aquí un poco rasposa y tirante en los agudos) de un excelente Jerjes, aunque más airado que otra cosa. Paul Eswood demuestra un Arsamene apocado e indeciso que no acaba de pegar con el papel, y Ortrum Wenkel, como Amastre, es demasiado vengativa. La voz de Barbara Hendricks le va como un guante a Romilda, pero le falta diversión. Respecto al grupo, hace triplete Malgoire con sus cameristas en este registro de 1979 del que puede decirse lo mismo que del Rinaldo del principio: demasiado desnuda, a ratos casi parece música de cámara.

Aunque casi ninguna de las grabaciones que aquí figuran está libre de tacha en uno u otro terreno, creo que lo positivo supera con creces a lo negativo (entre otras cosas, englobar varias óperas íntegras [exceptuado Giulio Cesare] a un precio muy económico), y, por tanto, le dispenso la calificación que puede verse.

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