miércoles, 24 de julio de 2013

Virginia Woolf, "Mrs. Dalloway", "Orlando" y "Al faro" - LIBROS DEL MES

  File:Virginia Woolf by George Charles Beresford (1902).jpg
Quienes me conocen, saben que una de mis autoras favoritas es la británica Virginia Woolf, una escritora con una intuición poética fuera de lo común, muy original en sus planteamientos, refinada esteta, con unas obras en su día muy experimentales y acabadísimas a nivel técnico. Ahora que por fin, tras largos meses de lluvia, llega el sol y a uno no suele apetecerle embarcarse en empeños literarios demasiado extensos, recomiendo la lectura de tres novelas breves (en torno a doscientas páginas cada una) que me parece condensan todos los elementos que definen la obra de Woolf: La señora Dalloway, Al faro y Orlando.
Mrs. Dalloway partió de la idea de la autora de tratar de reflejar un día en la vida de un sujeto (Clarissa) que, a la vez, condensase en sí toda la vida de ese sujeto (razón por la cual decide retratar los esfuerzos de la mujer, una dama burguesa, por organizar una fiesta, si bien acaba adentrándose en infinidad de temas). Ya fuese intencional o accidentalmente, sin embargo, Woolf se destapó con un puñado de “secundarios” magistralmente diseñados, así como con un coprotagonista (Septimus, un veterano de guerra) al que Clarissa no conoce (tan solo se ven fugazmente al caminar por la calle), y que, sin embargo, guarda con ella tantas semejanzas (y que, cabe añadir, está incluso mejor delineado que el de la propia Clarissa). Propiamente, se trata una sucesión muy bien entroncada de monólogos interiores cuyo tema, no declarado pero obvio, es la subjetividad de la percepción; así como la nostalgia que se siente por lo que nunca fue.
No creo que haya libros que solo se pueden leer a una edad, pero sí que hay edades antes de las cuales uno no está en disposición de comprender plenamente un libro. Eso me pasó a mí con este: la primera vez que lo leí me gustó la historia, pero no fui plenamente consciente (entre otras cosas por las complejidades de la prosa de Woolf, paradójicamente) de lo extraordinariamente bien escrito que está el libro. De él sobre todo me impacta la extrema capacidad de la autora para retratar el funcionamiento de la mente y seguir el curso de asociaciones que los eventos más corrientes causan en nosotros. También resulta muy interesante cómo construye al personaje de la protagonista, una mujer a la que todo el mundo considera encantadora (y que encierra, ella misma, un mundo dentro de sí: ya decía la autora que en su interior, uno bien puede llegar a ser mil o dos mil personas distintas), pero que para nadie significa nada, excepto para Peter Walsh, un hombre aún más insignificante.
Orlando, por su parte (que existe en magnífica traducción de Borges), basada en su relación con Vita Sackville-West (de hecho, la obra se presentó como “biografía”) y con un argumento bastante singular, sobre todo considerando la fecha en que se publicó (1928), en el que el asunto de la sexualidad está muy presente, tiene la brillantez usual y la penetración psicológica de costumbre en la autora; si bien los tres o cuatro primeros capítulos constituyen una narración algo más tradicional de lo que suele ser habitual en ella. Me parecen muy notables las observaciones del capítulo final sobre los múltiples “yos” que le componen a uno, así como sobre los múltiples tiempos en que habitamos. Las asociaciones y adjetivación resultan, como siempre, soberbias; y sus reflexiones poseen una deslumbrante lucidez.
Reaparece constantemente el tema de la vida y su naturaleza, que, después de todo, constituye el auténtico tema del arte, y el único: se puede enfocar a través de subtemas, pero no hay uno solo que no remita a ese otra gran Tema (tan grande, de hecho, que llevamos siglos meditando sobre él y todavía ni lo entendemos ni lo hemos agotado). Una novela sobresaliente.
Por último, Al faro … ¿qué decir cuando te quedas sin palabras? ¿Cuando has visto que otro ha expuesto tu alma en la atosigada concentración de un libro? Una novela extraordinaria, quizás un punto menos sublime que Mrs. Dalloway (si es que pueden establecerse gradaciones dentro de lo supremo). Aquí la “protagonista” (las obras de Woolf son siempre más bien corales) se llama sra. Ramsay, pero, ¿no estamos en realidad ante otra Clarissa? Aunque los temas, por supuesto, son múltiples, juega un papel destacado el rol de género, particularmente dentro del matrimonio. Aunque hay puntos oscuros que se prestan a interpretación (p. e., ¿de dónde proviene ese poder paralizante del señor Ramsay sobre Lily? Lo cual, por supuesto, es un reflejo de lo que la propia autora sentía respecto a su padre), su estudio de los recovecos del alma es, como siempre, impactante; su estudio de las relaciones humanas, señaladamente las familiares, de una perspicacia difícil de sopesar; la adjetivación sensacional, original y cuidada, sorprendente; las reflexiones sobre todo tipo de asuntos, y las imágenes que en ellas emplea, de lo más sugerente (aun si a veces difíciles de captar en su total complejidad, a pesar de ocasional apariencia sencilla). Una novela soberbia, Woolf en estado puro.


JJJJJ


 
¡FELIZ VERANO Y FELIZ LECTURA A TODOS!


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