viernes, 22 de marzo de 2013

Cleptopía: la vida en el Archipiélago de la Estafa - LIBRO DEL MES

 
Hoy quiero recomendarles un libro que acabo de leer, según muchos el mejor que se ha escrito sobre el origen y las causas de la crisis económica y financiera (al menos en el ámbito divulgativo: seguramente habrá estudios técnicos más detallados y precisos que al común de los mortales nos están vedados). Se trata de Cleptopía. Fabricantes de burbujas y vampiros financieros en la era de la estafa, de Matt Taibbi (Ed. Lengua de Trapo, Madrid, 2011).
Es un libro que engancha desde el principio, y que por su tono desinhibido se lee como una novela (de terror), aunque en realidad es reportaje periodístico. Trata, como he dicho, de las razones de las crisis financiera actual (circunscrita a EE. UU., aunque buena parte de lo que cuenta puede extrapolarse a otros lugares), desvelando (en muchos casos incluso con nombres y apellidos) la receta para el desastre: se mezclan dos partes iguales de ignorancia y desvergüenza y se riegan con generosos chorros de irresponsabilidad y despreocupación … ¡et voilá! Obtendremos un maravilloso cisco que se nos indigestará y nadie será capaz de tragarse. Supone una bofetada en toda regla al ya baqueteado rostro de la autodenominada “primera democracia del mundo”
Una de mis partes favoritas es aquella en que describe con una metáfora el compulsivo recurso a la deuda para financiarse, comparándolo al recurso de los drogadictos a malvender sus bienes para costearse una nueva dosis:
“Acuérdate de cuanto tenías un trabajo, una casa, un coche, una familia y había comida en la nevera. Y mírate ahora: llevas seis meses enganchado a la droga y sales por la puerta cada mañana cargando tostadoras y televisores, buscando el dinero que con suerte te haga sobrevivir hasta mañana. En eso estamos, eso es lo que somos. Gran parte de este libro trata de cómo los bancos norteamericanos utilizaron el esquema de las burbujas para arrancar los últimos restos de carne del esqueleto de los Estados Unidos de la posguerra, pero la ironía más cruel de nuestros días es que ni siquiera esos bancos tienen el poder necesario para terminar el trabajo y dejar limpios los huesos.
Para esa última etapa hemos de surcar el océano e ir a suplicar a los nuevos países ricos que se queden nuestros monumentos a precio de saldo, en un intento desesperado por evitar que nuestros Estados caigan uno detrás de otro, como piezas de dominó, en una cadena de quiebras y bancarrotas. En otras palabras, estamos siendo colonizados; claro que de una forma astuta, con todos los papeles en regla, para que tengamos la opción de hacer como si no pasara nada, de seguir fingiendo hasta el amargo final” (p. 250)
Y también nos parece estar adentrándonos en un universo paralelo cuando descubrimos cómo los responsables políticos de Chicago decidieron “(mal)vender” los 36.000 parquímetros de la ciudad (mediante un contrato de explotación de 75 años de duración) por casi 1000 millones de dólares de menos para costear necesidades de presupuesto momentáneas; causando con ello que el precio de los parquímetros se quintuplicase en poco más de un año, así como un caos respecto al aparcamiento, puesto que el gobierno local no es libre de cerrar las calles o cambiar las ordenanzas: ha de pedir permiso a “la compañía” e indemnizarla por las pérdidas. Y lo escribo así, “la compañía”, entrecomillado, porque en realidad nadie sabe a quién “pertenecen” ahora los parquímetros de Chicago: se sabe que, en un 30 %, al Fondo Soberano de Abu Dhabi, a través de un batiburrillo de empresas interpuestas. En lo que concierne al 70% restante … es un misterio.
De este modo, Taibbi va dando un repaso a todos los implicados en este gran desastre en que nos hallamos inmersos, desde el Tea Party y los partidos políticos (enzarzados en disputas por cuestiones fútiles en tanto que demuestran no tener ni idea de las causas de los problemas reales, como el alza de los precios del petróleo, que respondió a maniobras especulativas y no a un exceso de demanda ni a una escasez de oferta), hasta Goldman Sachs y esos enigmáticos sujetos llamados“los inversores”, con sus triquiñuelas legales e incluso dispensas particulares que inflaron la burbuja inmobiliaria de forma escandalosa, llevándose por delante los ahorros y las vidas de miles de personas de carne y hueso; pasando por las torpezas del que fuera presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan.
Dada la naturaleza no literaria del libro, no puedo entrar en un análisis más detallado sin destripar los datos e informaciones contenidos en él, de modo que a sus páginas les remito si están interesados en la temática, asegurándoles que, como mínimo, sentirán asombro ante lo que en él se cuenta.



JJJJJ
 
 

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