lunes, 18 de enero de 2016

El destino


 

El destino.

“Cuida de la niña”, me decían. Y se marchaban tan tranquilos. Yo era un perro. Se supone que era a mí a quien había que cuidar. Pero no. Ellos se iban. Y me dejaban a mí con una niña vivaracha y despierta. Una niña que no podía estarse quieta. No podía pasar sin tocarlo todo, especialmente desde que había aprendido a andar. Aunque aún lo hacía un poco mal. A veces iba caminando. Y se paraba de repente y empezaba a balancearse hacia atrás y hacia delante. Cada vez más bruscamente y más deprisa. Y se caía. ¡Claro que se caía! ¡Cómo no se iba a caer! Por ejemplo: ¿cómo iba yo a darle el biberón a un bebé? Esta explicación era prácticamente irracional. O yo no alcanzaba a conocerla. O a comprenderla. Ni cómo entender a aquella niña y su afán por tocarlo todo. Así que un día me decidí. Cogí a la niña y me fui. Me fui... sin saber a dónde. ¡Feliz idea! A ella la dejaría en cualquier puerta. Yo me marcharía. Pero... ¡qué mala idea había sido! La devolverían enseguida a sus padres. Yo a empecé a pensar si sería capaz de educarla... ¡Sí! Le buscaría una madre estupenda. Aunque cualquier podía ser mejor que la suya por naturaleza.

      Pasó el tiempo. Le había encontrado una madre fantástica. Una samoyedo cariñosa y trabajadora. Y vivíamos felices en un cubo grande del vertedero de basura. Pero yo sabía que antes o después ella tendría que seguir su camino. Y así fue. Una mañana, cuando tenía tres años, uno de los barrenderos la vio. La vio sola. Pero no lo estaba. Sólo que no tomaba en cuenta nuestra compañía. Ella había aprendido a hablar a base de oír a la gente por la calle. Era muy inteligente. Mucho. Por eso había llegado a hablar esa endiablada jerga de los humanos. Con una soltura asombrosa. Más de lo que prometía su edad insignificante. El basurero la recogió y la llevó a un imponente edificio. Enorme, casi infinito. ¡Ah! ¡Yo lo sabía! Ese era, al fin y al cabo, su destino.

1995 - 2000

2 comentarios:

  1. Efectivamente, estoy segura de que cambiarías algunas cosas en cuanto a la forma de escribirlas... pequeños detalles, tampoco nada sustancial

    la historia me encanta, es original... y resulta creíble!!

    bicos,

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    Respuestas
    1. Sí, más que nada serían cuestiones de enfoque y formulación.

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