domingo, 24 de enero de 2016

El testamento


 

El testamento.

“Esta carta llevará mucho tiempo escrita cuando la recibas. Porque, de hecho, lo más posible es que no la recibas nunca. Como ves, está escrita a mano, cosa inusual en mí. En este momento, minutos antes de verte, se me ha ocurrido escribirte. No, no te rías, es menos ridículo de lo que piensas. Se me acaba de ocurrir la idea de que incluso sería posible que un día esta carta fuese un relato, uno de mis relatos. Esto sí es más ridículo de lo que parece. ¿Quién sabe? Cuando recibas esta carta, aunque seguramente nunca la recibas, porque es posible que nunca te la envíe, tal vez incluso esté muerto. Por eso pensaba... ¡qué infinitamente necio es el ser humano! Si yo te enviase esto y segundos después muriese... al recibirlo, estarías escuchando (leyendo) el monólogo de un muerto. No sé si me entiendes. Luego escribiré.
      Bueno, no soy tonto. Ya sé que escribir cartas para no enviarlas es una tontería, pero qué se le va a hacer. A ver, según tú, cómo te digo yo: “Te quiero, ¿sabes?”. Uno no puede andar por ahí diciendo: “¡Te quiero!”. Si fueses en extremo tolerante y muy educado, me dirías, por lo menos: “¡Ay, qué bonito y saleroso mi niño!”. No; ni te enviaré esta carta, ni sabrás nunca que te quiero. Decírtelo podría suponer, además, que te alejases de mí; entonces ya ni siquiera podría verte. Verte siempre es grato a la vista. Quizá sólo lo sea para mí, porque te amo. En fin. Así es la vida. ¿Qué cosas tiene, verdad? Es una ramera, igual que la suerte. No, no pienses mal, no soy nada intolerante, solo sucede que a veces se me contamina el lenguaje; yo nada tengo contra las rameras. Pero la vida es una puta, desde luego.
      Estaba pensando: ¡qué pareja haríamos! Tú guapo, musculoso (tienes un torso que parece un tablao flamenco), arrogante, sólo un poquitín, justo lo necesario; arrojado... Yo feuchito, débil, tímido... Los dos somos muy inteligentes, así que nada te digo de esto: sigo quedando por debajo de ti, infinitamente por debajo de ti. Yo solamente aspiro a conocer mejor al ser humano, contigo o sin ti, porque te juro que no lo entiendo. ¡Qué bicho más complejo! El reloj da la hora. Me está interrumpiendo y lo sabe. Es un alevoso. Esto último lo sospecha, pero no acaba de creérselo.
      ¡Qué sarta de tonterías puede uno escribir en una noche! No me creo que esto sean tonterías. ¿Qué es esto, sino amor? Cuando ya desvarío así, es que algo pasa. ¿Qué es esto, sino amor? Porque estoy muy enamorado de ti, pero lo disimulo bastante bien.
      Se me acaba de ocurrir: ¿y si tú también estuvieses enamorado de mí? I'm falling in love with you, and you are falling in love with me. Imposible, ¿verdad? Un momento. ¿Fuiste tú quien me dijo que le gustaban los gatos de Angora? A mí me encantan. Sofisma: yo amo los gatos de Angora; tú amas los gatos de Angora; luego tú y yo nos amamos. Nos amamos ardientemente pero no nos atrevemos a expresarlo. Esta situación es ridícula. Lo más ridículo a lo que me haya enfrentado en mi vida. Las once menos veinte: ¿qué estarás haciendo a estas horas? ¡Ay, en fin, ven en mi ayuda, oh, poderoso Cupido, tiende tus redes sobre él, poderoso señor de los amores humanos!
      ¡Qué insensato soy! Nunca podrás amarme. Ni siquiera la mitad de lo que yo te amo. Les voy a demostrar, le voy a demostrar al mundo, lo que soy capaz de hacer con una maquinilla de afeitar. Y te enviaré la carta. La carta. Esta carta. Mi declaración de amor. ¡Tiene que llegar ante todo!

Francisco de Basón, 26 de noviembre de 1998”

**********

La mañana del 27 de noviembre de 1998, fueron hallados los restos de Francisco de Basón, desangrado, en su habitación del prestigioso Sanatorio Mental de Monte de Cristo. Este trágico suceso contribuyó al desprestigio del famoso sanatorio. Su psicólogo declaró que el paciente se hallaba en una etapa de fuerte depresión. Otros dijeron que había muerto de amor, o por amor. Se le enterró en el cementerio del sanatorio, por no tener familiares de ninguna clase. La carta hasta ahora inédita que aquí presentamos nunca llegó a su destino, y se desconoce su destinatario.

1998

No hay comentarios:

Publicar un comentario