jueves, 14 de enero de 2016

Ir al cine un día de frío



Ir al cine un día de frío.

Siempre me ha gustado ir al cine. Sin embargo, casi nunca veo la tele. La noche es muy fría. Yo no lo sé, porque estoy ante la estufa, dentro de casa. Salgo. Voy a llamar a mi mejor amigo para que vaya conmigo a ver una españolada. La película promete ser tremendamente mala. Cierro tras de mí la puesta del edificio. En efecto, la noche es fría, muy fría. Al poco rato casi empiezo a tiritar. Hace mucho frío. Tarareo la obertura de Nabucco mientras me dirijo a casa de Julio. El camino está bastante oscuro, como siempre. Si alguien quisiese atacarme ahora sería presa fácil. ¡Pero qué frío hace! Corro el riesgo de ser rechazado, por supuesto, sobre todo porque sólo falta media hora para que empiece la función. Subo la escalera. Timbro. Julio baja hasta el portal.
      -Hola. ¿Vienes al cine?
      -Hoy no tengo ganas.
      -Bueno... —estoy pensativo, cara de bobo—. ¿Y mañana? ¿Vienes al cine?
      -Vale.
      -Adiós.
      -Hasta luego.
     Corría el riesgo de ser rechazado: ¡hace mucho frío! Después de todo, bien pensado, tiene razón: yo tampoco tengo ganas de ir al cine. Hace demasiado frío.

1995 - 1998

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